En la actualidad vivimos una sociedad hipersexualidad en la que damos por hecho que el sexo es algo positivo y natural, que cualquiera, siempre cuando sea mayor de edad y con el debido consentimiento, lo practica. Pero hay muchas situaciones mas allá del conocimiento de gran parte de las personas. Una de estas situaciones es la erotofobia.

La erotofobia es un trastorno muy complejo con una gran variedad de síntomas. Se usa este término cuando la persona experimenta una ansiedad extrema y limitante ante el sexo y todas las situaciones que le recuerdan al mismo.

 A pesar de lo que popularmente se cree, el origen del trastorno no tiene por qué ser obligatoriamente traumático, la mayoría de quienes lo padecen lo ha ido desarrollando paulatinamente, sin un episodio definitivo desencadenante. Comúnmente en la adolescencia la persona ha vivido situaciones desagradables, experiencias negativas, educación sexual rígida y puritana. Que lo llevan a asociar al sexo con sensaciones como el asco o la ansiedad. Con el paso del tiempo, se acostumbra a inhibir su vida íntima y eso le hace ir adquiriendo cada vez más temor al tema.

Aunque los síntomas que las personas con esta fobia son muy variados. Algunos de los síntomas físicos más comunes son como la boca seca, la hipersudoración, hiperventilación, angustia y tensión muscular. También malestar estomacal, dolor de cabeza y latido acelerado.

Algunos otros tipos de ansiedad o fobias relacionadas con la erotofobia son como: gimnofobia o miedo a la desnudez, la genofobia (miedo a las relaciones con coito), la filemafobia (miedo a los besos), hafefobia (miedo a ser tocado), miedo a la intimidad, miedo a la vulnerabilidad, falofobia (miedo al pene), ginefobia (miedo a la mujer), etc.

Este problema es mucho más común de lo que creemos. De hecho, expertos como la doctora Helen Kaplan opinan que muchas de las personas que creen tener falta de deseo erótico, en realidad, han desarrollado fobia al sexo. Un libro que puede echar una mano para comprender este trastorno es Deseo, de Sylvia de Béjar.

Los tratamientos cognitivo conductuales de manejo de fobias son los más habituales en estos casos, así como las técnicas de relajación. Lo habitual, además, es una exposición paulatina al sexo a través de objetos y conversaciones de este tipo.

Hay determinados casos extremos en los que se administran fármacos, pero realmente estos son solamente paliativos por lo que, a largo plazo, no proporcionarán beneficios duraderos.

También se debe tener en cuenta que, según la persona, la autoestima baja puede ser un elemento que se deba trabajar en estos casos a través de talleres y medios de promoción de las habilidades sociales.

La vida sexual es una parte muy importante que repercute en nuestra salud física y mental, además de una dimensión esencial de la vida en pareja.

Por eso, al igual que sucede con otros trastornos, es muy importante acudir al especialista para buscar el origen de este miedo irracional y ayudar a quien padece fobia al sexo a superar con éxito el problema.